Este proyecto nace a partir de múltiples trayectos que he realizado al movilizarme por la ciudad, comencé a tener la pulsión de recoger fragmentos de baldosas que veía por el camino, solo aquellas que llamaban mucho mi atención, se fueron convirtiendo en casi amuletos para pasar los días, para recordar lugares. Comenzaron a sumarse uno a uno sobre una mesa y fui encontrando muchos otros en bolsillos de maletas y chaquetas hasta completar un total de 150 fragmentos, cantidad que conté al darme cuenta de que se había convertido en una colección.
Recordé que las primeras veces que salí a caminar fue gracias a un desamor y que el recolectar las baldosas hacia como un símil de recoger pedazos de algo que se había roto o quebrado, esta acción me había servido como terapia para sanar. Cada fragmento encierra en si mismo ser testigo de su contexto, ser una parte de un todo, como una muestra arqueológica de los lugares por los que concurro, de barrios que conocí gracias a mi trabajo de profesora, y ya al ver todos los fragmentos juntos, empezar a preguntarle a esta colección sobre el sentido de la misma, clasificar los fragmentos a modo de archivo y reconocer cuales características compartían.
Fue así como todos condensan una parte de territorios públicos y privados que llegan a ser desechados a material de construcción o de transito pesado por vías destapadas. El archivo de este proyecto tiene varios registros fotográficos unos de recopilación, otros a manera de clasificación y un último registro que recoge 8 fotografías intervenidas con dibujo que buscan contemplar a cada uno de estos fragmentos como pequeños territorios habitables, siendo escenarios aptos para evocar historias.